Por Horacio Nájera
El imaginario cultural-deportivo del regiomontano se ha regocijado en las últimas décadas con los buenos resultados de sus equipos de futbol.
Los Rayados, iluminados con la magia de Humberto “Chupete” Suazo, Aldo de Nigris, Jonathan Orozco y muchos más pusieron en alto la divisa y alma de la institución con brillantes actuaciones, campeonatos y alegrías para la ciudad de Monterrey.
Después, la época de oro de los Tigres puso a la capital neolonesa nuevamente en la discusión nacional sobre la grandeza del club felino, cuyas leyendas van de apoco acercándose al minuto 90 de sus brillantes carreras.
Es indudable que las inversiones multimillonarias que tanto FEMSA como CEMEX ha sido fundamentales para que Tigres y Rayados levantaran la mano en la liga varonil, arrebatando copas y prestigio a los equipos de la capital del país y de Guadalajara.
Tras años de contrataciones “bombas”, construir el mejor estadio del país, ganar finales nacionales e internacionales y generar horas y horas de polémica y comentarios en medios tradicionales y digitales, los equipos regios se han ganado un lugar en la conversación sobre su importancia en el futbol para beneplácito de la burbuja de Monterrey.
El problema de las burbujas, es que tarde o temprano se revientan. Rayados y Tigres son, cada torneo, considerados “candidatos” al título. La realidad es que cada vez se ve más lejos que de aspirantes no pasen.
A menos de que algo importante pase dentro de los equipos regios, todo indica que han regresado al contingente de los animadores, esos que se de a poco se acostumbran a quedarse en semifinales, sea por los cada vez más recurrentes desfiles de entrenadores en ambos equipos, los refuerzos de nombre, de moda o de conveniencia que no han terminado de dar el ancho y la respuesta de otros clubes que han sabido invertir mejor.
Lo que ha hecho el América, con o sin ayuda de los árbitros y de la liga como se dice en la tenebra futbolera, tiene mérito no solo por el tricampeonato; el protagonismo y la resilencia de las Aguilas para seguir en la cima es ejemplo de manejo directivo, táctico y de ejecución en la cancha.
Lamentablemente, el tóxico y visceral ambiente de varios periodistas locales que viven de estimular la burbuja regia tampoco ha ayudado a educar al aficionado, ese que sacrifica mucho de su tiempo, dinero y sentimiento por seguir y por creer que esta temporada será la de redención y así se volverán a callar bocas chilangas y jaliscienses.