Por Horacio Nájera
¿A quien culpar por el amaño de partidos que llevó a la suspensión de seis años a una jugadora del Mazatlán femenil?
¿A la deportista que aceptó, a la directiva que no le invierte a desarrollar mejores seres humanos en condiciones dignas, a la influencia comercial que tienen las casas de apuestas en el ecosistema del futbol mexicano, a la liga por no gestionar mejores prestaciones para la femenil?
¿A quién responsabilizar por la presencia de un guardia de seguridad armado en una cancha de la liga de expansión?
¿Al gobierno municipal que no regula, mucho menos vigila quien está asignado a la seguridad en el terreno de juego, a la empresa que no provee del entrenamiento adecuado para evitar que ingresen armas a un evento masivo, a la afición por cegarse al consumo irresponsable de alcohol?
¿A quién culpar por los terribles, extendidos y frecuentes errores arbitrales en cancha y en el VAR que han afectado a todos los equipos?
¿A la liga, a la comisión, a los dueños, a los intereses oscuros que permean en el manejo del deporte más popular en el país, a los medios que juegan con las situaciones para generar interacciones y polémicas baratas?
Lo peor es que la culpa la tenemos todos por seguir consumiendo un producto que sigue pudriéndose de a poco.
DE REBOTE
Se esperaba eliminación de Tigres Femenil por la temporada que se tuvo. Se sabía que sin Ovalle, el equipo no empuja. Se dijo de jugadoras que cumplieron su ciclo. Anticipaba fracaso el técnico que se eligió y las bajas importantes por lesiones. La única sorpresa, la baja en mentalidad que facilita que te arrebaten una final y te empaten dos veces en la eliminatoria de la siguiente temporada.
Huele a fracaso internacional, y no se ve por donde enderezar el barco.
